Infinito estrena La última mujer en pie

Luego del éxito de “El Último Hombre en Pie”, Infinito presentará en abril a un grupo de bellas deportistas que competirán por ser LA ÚLTIMA MUJER EN PIE, la tercera parte de la saga en la que atletas occidentales viajan a recónditos lugares del planeta para mezclarse en diferentes tribus y competir en instancias deportivas de cada una de estas culturas, bajo sus propias reglas, y en donde la fortaleza física es tan sólo uno de los requisitos. Este programa podrá verse cada lunes, a partir del 8 de abril, a las 13.00 horas*.

En LA ÚLTIMA MUJER EN PIE, cinco chicas son enviadas a los sitios remotos del planeta para entrenar con las nativas, aprender sus antiguos rituales deportivos y enfrentarse a rudas mujeres en una competencia nunca antes vista. Anna Campbell, una wakeboarder de 23 años; Joni Swanston, una rugbista de 23; Lesley Sackey, una boxeadora de 27; Alexandra Alam, una personal trainer de 19; y Natalie Smith, una levantadora de pesas y corredora de 24 años, componen este particular equipo que, además de demostrar sus habilidades y destrezas físicas, deberá poner en juego sus capacidades mentales para resistir a disciplinas en donde no basta con ser buenas deportistas: lucha libre huka huka, bamboo rafting, carreras de búfalos de agua, pelea con palos, carreras con peso y pruebas en la altura serán parte de estos increíbles desafíos.

En los seis episodios podrán verse competencias tan duras como la batalla huka huka. Durante 51 semanas, las mujeres de la tribu Kamaiura, en Brasil, se dedican a cocinar, limpiar y llevar una vida algo monótona. Pero una vez al año todo cambia, y durante el festival Yamurikuma las mujeres de la tribu asumen el rol de los hombres por una semana, siendo su clímax una lucha que implica golpes con las rodillas, las piernas y los pies. Y la única forma de terminar es en nocaut.



Siempre en Brasil, la siguiente etapa será en la región del Mato Grosso, junto a la tribu Xavante, que vive en una aldea de madera a orillas del Río das Mortes y que tiene la fama de que sus integrantes son fieles defensores de sus tierras. Para ellos, la rapidez, la fortaleza y la resistencia son claves para sobrevivir, y en su deporte favorito las mujeres deben correr largos trayectos con relevos cargando con un pesado tronco sobre sus hombros.

El viaje continuará en Filipinas para una batalla con palos de un metro de largo en la tribu Kali. Según la tradición de este pueblo aborigen, los luchadores deben ser entrenados para soportar el dolor extremo, por lo que cada atleta requerirá de una semana de prácticas intensas para demostrar que tienen la fuerza y la voluntad de luchar.

Posteriormente, también en tierras filipinas, la isla Corón será el escenario del siguiente desafío junto a la tribu Tagbanua. Las mujeres de este poblado aprenden desde temprano a trabajar en el mar, y tienen la habilidad para mantenerse a flote, en equilibrio y en perfecto orden durante sus travesías a mar abierto para recolectar erizos. Lo hacen en pequeñas balsas de varas de bambú, muy angostas, y con remos del mismo material. Las atletas occidentales deberán prepararse para una travesía de 12 kilómetros, en que no sólo deberán ser las primeras, sino que tendrá que luchar por mantenerse a flote.


En Indonesia, los agricultores Sumbawan tienen una existencia pacífica cuidando sus campos y animales. Pero una vez al año se reúnen para mostrar sus premiados búfalos y competir como jinetes en una dramática carrera de carros, donde el equilibrio será clave en una distancia de 300 metros y con una velocidad que puede alcanzar los 50 kilómetros por hora.

Finalmente, en México, la última estación tendrá una alta dosis de dolor y resistencia. La tribu Tarahumara habita en el norte de ese país y se ubican en la altura. Durante generaciones se han adaptado a la montaña y han conseguido una gran capacidad pulmonar, que los ha transformado en uno de los mejores corredores del mundo. Se dice que las mujeres tarahumaras poseen tres respiraciones: para vivir, para dar a luz y para correr. En esta carrera por senderos traicioneros, con poco aire y sólo un par de sandalias, las corredoras deberán mantenerse en competencia al tiempo que lanzan aros con unos palos que llevan en sus manos.
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